Carlos Pallán Figueroa
INTRODUCCIÓN
La evaluación y la acreditación han tenido un breve y
sinuoso camino dentro del sistema de educación superior en México. Se llegó tarde frente a lo que, con
frecuencia, se erigen como paradigmas: los sistemas que en ese mismo ámbito
tienen establecidos Estados Unidos y Canadá.
La celebración del Tratado de Libre Comercio con
ambos países y su vigencia, a partir de 1994, estimuló notablemente los
acercamientos que permitieron observar con mayor detalle el funcionamiento de
esos sistemas y las comparaciones fueron inevitables. Para muchas instituciones y directivos la
sincronía en materia de comercio con ambos países debía de corresponderse con
algo semejante en educación superior. De
hecho, buena parte de los planteamientos que con enorme profusión se hicieron en
los años de 1993 y 1994, recomendaban transitar hacia la implantación de
sistemas semejantes en materia de evaluación y acreditación. Una enorme deformación se introducía con
ello. (Pallán 1993) Afortunadamente el
debate fue normando los enfoques en torno a esta materia y todo indica que
México está siguiendo un camino propio, acorde con su circunstancia, historia y
condicionantes culturales. Sin embargo,
no es un asunto totalmente terminado: dos capítulos del Tratado de Libre
Comercio con Estados Unidos y Canadá hacen referencia al intercambio e ingreso
de profesionales y las condiciones para los reconocimientos recíprocos, muchos
de los cuales tienen que ver con acreditación, certificación y evaluación.
Tal y como se expone en este texto, desde 1984 había
una propuesta lo suficientemente madura y adecuada, por parte de las
universidades, para implantar procesos de evaluación y acreditación. Sin embargo, por las circunstancias que aquí
mismo se comentan, no fue hasta 1991 cuando se dieron los primeros pasos firmes
en esa dirección, no obstante las asechanzas que ya estaban presentes en el
sistema de educación superior: entre ellas las de asimilarse totalmente a los
sistemas correspondientes de Estados Unidos o Canadá; en el caso de las
instituciones individualmente consideradas, afiliarse para fines de acreditación
a alguna de las agencias especializadas de los Estados Unidos o el
establecimiento de agencias nacionales, a partir de las iniciativas de
asociaciones de escuelas y facultades y de colegios de profesionales,
principalmente por parte de estos últimos, sin que tales colegios tengan la
tradición, normatividad y reconocimiento de que gozan los mismos en otras
latitudes.
El camino seguido por México se explica en función de
varias circunstancias: a) la herencia española y centralizadora en materia de
reconocimientos a instituciones, programas y títulos. Esta herencia no desapareció con la
Independencia ni con la Revolución, y sólo recientemente, con las propuestas de
federalización de muchos asuntos de la administración publica, puede pensarse
que pudiese modificarse, aunque lentamente, esa tradición; b) la autonomía a la
Universidad Nacional de México, en 1929, trajo una consecuencia importantísima
en materia de acreditación: a partir de ese momento, la universidad otorgaría
títulos y grados, sin que se requiriese acción alguna posterior para el libre
ejercicio profesional, realidad diametralmente opuesta a la que opera en Estados
Unidos y Canadá; c) todo ello ilustra una diferente matriz socio-cultural en la
integración de la Nación, que se extiende a todas las instituciones, entre ellas
las de educación superior, y que no es posible borrarla rápidamente para
implantar sistemas que, muy adecuados para otros medios, se desnaturalizarían en
el mexicano y no cumplirían con los objetivos previstos.
En este camino breve y sinuoso, la Asociación
Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, ANUIES, ha
desempeñado un papel esencial. Ha
impulsado e inducido los principales cambios en la educación superior, entre
ellos los referentes a la evaluación y la acreditación. En este texto se hace una referencia a ese
papel y a su combinación con las políticas federales en materia de educación
superior. (ver enlace)
Fuente.
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